Te invitamos a leer un artículo de Diana Sulma Pardo, publicado en el boletín Innova del IEMP en 2011.
¡Conoce qué es la andragogía!
En este jueves de reminiscencias, te invitamos a leer el artículo que nos habla sobre el reconocimiento a la experiencia de nuestros adultos mayores, y sobre la importancia de continuar ampliando el conocimiento a pesar de la edad, sin desconocer las pérdidas que conlleva el tiempo, pero rescatando el cúmulo de saberes de quienes tienen «(…) la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo» (Saramago, s. f.).
Innova 6 (2011)
Andragogía: introducción a un concepto
Diana Sulma Pardo
Ex coordinadora académica del IEMP
En las orillas del Ganges, en las profundidades del Amazonas, en las gélidas tierras del Ártico o las ultramodernas vías de Tokio, existe un ideario común: el respeto por los ancianos. La evolución del alma, las extremas condiciones climáticas o el devenir de miles de años de historia, han permitido a las sociedades que habitan estos espacios tan distintos, encontrar en los ancianos una fuente de respeto por su conocimiento y experiencia.
Ese mismo ideario también era compartido de manera unánime entre nosotros, y si no, evoquemos a nuestros abuelos y padres, quienes con sus dichos, historias y temperamentos también nos hablaban de sus mayores y de todo lo aprendido a través de ellos.
Claro, aún este respeto sigue como parte de nuestra herencia cultural, y para muchos niños y niñas de hoy, sus «abuelitos» son sus referentes de crianza. Sin embargo, también es de reconocer, que debido al acelerado proceso de urbanización que vive toda Latinoamérica el tiempo para ir al ritmo de nuestros mayores se ha acortado; y nuestra mirada, no siempre se detiene a sus enseñanzas porque estamos demasiado ocupados leyendo los mensajes de textos, los correos electrónicos y las imágenes de la televisión que nos conecta con un mundo más pequeño y más rápido.
Porque este acelerado paso del tiempo devela una pregunta más profunda: ¿cuál será nuestro lugar cuando nosotros seamos los ancianos? Ante esto, cada uno dará su respuesta, pero como pedagoga quisiera compartir una que me resulta alentadora: el lugar ya no dependerá solo del que nos de la sociedad, sino del que construyamos desde ahora como adultos para nosotros.
Y es que en un mundo globalizado donde el conocimiento se construye, especializa y tecnifica todos los días, haciendo de la experiencia a veces algo refutable aun por aquellos que apenas empiezan a conocer la vida, ser adulto se constituye en un reto más elevado y complejo. Si antes era la experiencia acumulada la que hacía de un adulto un anciano respetado, hoy esa experiencia por sí misma no basta; es necesario seguir creciendo adaptando a nuestro mundo los nuevos conocimientos y herramientas que nos da la vida de hoy, sin perder de vista que al fin y al cabo el paso de los calendarios también nos ha hecho capaces de saber cuándo salta la liebre y cuándo no; y que más sabe el diablo por viejo que por diablo.
Esta constante actualización entre lo que sabemos, hacemos, no sabemos, y debemos hacer, se ha convertido en un punto central de la educación de hoy; al punto que ya existe toda una especialización para educar por competencias y una rama de conocimiento que para diferenciarse de la educación de niños (pedagogía), ha tomado un nombre un poco extraño (andragogía) que en palabras más o palabras menos se puede entender como educación para adultos.
Y ese concepto, andragogía, toma cada vez más valor por una sencilla razón: porque estamos en una sociedad que nos exige seguir aprendiendo. ¿Y por qué? Porque quien no lo hace termina siendo llevado por la corriente. Por eso señalo que este concepto tan raro, (…), toca a nuestra puerta para decirnos: Soldado advertido no muere en guerra. ¿Y cuál es nuestra guerra? la de siempre, la de la vida, la misma que en las gélidas tierras del Ártico o en las profundidades del Amazonas eligió a los ancianos milenarios; y que hoy, a través de un constante proceso de aprendizaje y crecimiento personal, nos pide que dejemos de acumular años, y que sepamos construir ese lugar que solo es reservado para adultos que buscaron como opción de vida llegar a ser ancianos sabios.
El IEMP es pedagogía