¿Cómo contribuyen las investigaciones científicas en la gestión del riesgo de desastres?

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Año tras año la historia se repite: inundaciones, desbordamientos, deslizamientos, avalanchas, en fin, desastres que, en ocasiones, pueden prevenirse. Te invitamos a leer un artículo de 2014 que parece escrito ayer. ¡Aprendamos a gestionar riesgos! 

La Cátedra Carlos Mauro Hoyos del IEMP: ética de lo público, instituciones y derechos humanos, realizó en marzo de 2014, en la ciudad de Barranquilla, la primera sesión de ese año cuyo tema fue la contribución, avances y perspectivas de la investigación científica en la gestión del riesgo de desastres por inundación y la gobernabilidad en Colombia.

La Cátedra, liderada por el investigador del Instituto, Omar Vivas Cortés, fue un evento científico orientado a la apropiación social del conocimiento, y logró consolidarse como un espacio para la socialización de las investigaciones científicas que adelanta el IEMP y la comunidad académica, sobre temas de interés para la labor misional del Ministerio Público.

Una de las líneas de investigación de la Cátedra fue la gestión del riesgo de desastres. En estos días de invierno de 2021, a diario, vemos en medios de comunicación cómo es afectada la calidad de vida de los pobladores, en diferentes territorios del país, debido a inundacionesdeslizamientos de tierra, desbordamientos de fuentes de aguas, entre otros desastres.

Por todo ello, el IEMP te invita a leer uno de los artículos del especial de gestión del riesgo de desastres de la publicación Innova del Instituto, escrito por Mercedes Posada Meola, quien en marzo de 2014 se desempañaba como decana de la Facultad de Investigaciones de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP), institución que ha sido nuestra aliada en diferentes espacios académicos.

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Innova 18 (2014)
Cátedra Carlos Mauro Hoyos del IEMP

«Contribuciones de la investigación científica a la gestión del riesgo de desastres por inundación y la gestión del riesgo en Colombia. Avances y perspectivas»

IEMP, ESAP, Colciencias, 21 de marzo de 2014

Mercedes Posada Meola 

Es un hecho evidente que la gobernabilidad en Colombia tiene como uno de sus desafíos centrales el manejo de los desastres sociales y económicos generados por las inundaciones, que se repiten a la par de los ciclos invernales. Aunque el desafío mayor es prevenir dichos eventos a partir de una buena gestión territorial en cada uno de los municipios y departamentos que conforman la nación.

Son múltiples los esfuerzos que las administraciones nacionales y regionales deben hacer para atender los desastres generados por las inundaciones de los pueblos ribereños y costeros. Por ejemplo, la pérdida de recursos económicos producida por el fenómeno de La Niña 2010-2011, fue de aproximadamente seis billones de pesos.

En este sentido la labor investigativa y la documentación de este tipo de eventos resulta fundamental para comprender las implicaciones que ellos tienen para la administración pública en materia de atención, así como en la definición de las capacidades requeridas para la prevención.

♦ Consulta la publicación Valoración de daños y pérdidas: ola invernal en Colombia 2010-2011.

Las decisiones sobre las inversiones a realizar y las acciones de prevención a seguir deberían partir de la evaluación de riesgos, donde se priorizan, y de considerar metas posibles dado que los recursos son finitos, por ello el nivel de reducción de riesgos es proporcional a los presupuestos destinados y a la efectividad de las acciones realizadas.

Prevenir los desastres implica una decisión política sobre destinación de recursos que no siempre es tan evidente cuando hablamos de prevención.

Noticias «Invierno en Colombia». El Tiempo (2021). Imagen recuperada el 27/08/2021.

Entonces, ¿cómo mitigar riesgos de inundaciones?

El desarrollo científico internacional muestra, desde hace ya bastante tiempo, la posibilidad real de evitar o mitigar riesgos de inundaciones.

Una evidencia de este hecho es Holanda, que en el siglo XIV era conocido como el país de las inundaciones y que actualmente muestra un manejo adecuado de las dinámicas hídricas. De manera que el saber desde las ciencias exactas existe y es útil, el reto está en la investigación desde las ciencias sociales y en ellas desde la administración pública.

La realidad colombiana, sus ciclos de lluvia-inundación-desastre, son una muestra de que el desarrollo científico de las ciencias políticas y la administración pública, así como la gestión de las políticas públicas, aún no logran dar una respuesta adecuada a las amenazas mediante la gestión del riesgo.

Esto, en consecuencia, provoca un escenario angustiante caracterizado por la escasa investigación y la baja priorización del problema público en los territorios, en especial, en la cuestión de los entornos naturales de los ríos, humedales, lagos, mares y páramos.

En este contexto, prevalecen preguntas sobre la responsabilidad que tienen las personas que conforman las administraciones públicas, ante la falta de prevención de los desastres ocasionados por las inundaciones periódicas de los valles fluviales y en las zonas costeras, y que se vuelven un evento desastroso cuando dichos espacios son utilizados para asentamientos humanos o el desarrollo de núcleos económicos.

El lento avance en prevención y mitigación de desastres, se da a pesar de leyes tan importantes como la Ley 1523 de 2012 que define la política nacional de gestión del riesgo de desastres y la Ley 388 de 1997, última que fijó como uno de los componentes de los planes de ordenamiento territorial, la identificación y prevención de las mal llamadas «amenazas naturales».

♦ Conoce el Plan Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres: «una estrategia de desarrollo».

Adicionalmente, todavía se continúa simple y llanamente en una actitud reactiva, a pesar de la creación de las corporaciones autónomas regionales (CAR), en especial la CAR del Río Grande de la Magdalena, del Ministerio del Medio Ambiente, de los consejos territoriales en cada uno de los municipios y de un sinnúmero de instituciones.

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Foto de MC Brooks en Pexels

Investigación científica y gestión del riesgo

Las falencias en la implementación de la política nacional, tienen que ver precisamente con las materias que se abordaron en la Cátedra Carlos Mauro Hoyos: la debilidad de la investigación en el área de la hidrología y el «analfabetismo hidrológico» de buena parte de gobernantes y administradores públicos, y la baja orientación de la cultura institucional a la prevención.

Además, se pueden señalar: la precariedad de las relaciones entre la investigación científica y la gestión del riesgo en general, y del riesgo de desastres por inundación, en particular. Pues, ambos mundos, el de los gobiernos y el de los académicos, parecen marchar en Colombia por caminos diferentes: no realizan esfuerzos comunes para dar solución a los grandes problemas de la nación y sus regiones, usualmente se miran con desconfianza.

De ahí la importancia estratégica del tema que se decidió abordar en la Cátedra Carlos Mauro Hoyos, dirigida por el IEMP y la Corporación Universitaria Reformada, la ESAP Colciencias [actual MinCiencias], pues es una oportunidad para realizar un balance y trazar perspectivas con el fin de mejorar la interacción entre investigadores y encargados de diseñar e implementar políticas públicas orientadas a la gestión del riesgo de desastres por inundación.

Si los académicos deben reconocer que los hombres de gobierno y los administradores son los encargados de diseñar e implementar las políticas y programas públicos encaminados a prevenir y mitigar los efectos de los desastres invernales, los hombres de gobierno y de la administración deben reconocer que es desde los ámbitos de la investigación científica desde donde se pueden obtener los elementos básicos para una acción estatal sólida y eficaz, con el fin de prevenir y mitigar las calamidades generadas por el mal manejo del territorio.

Los investigadores, a partir de trabajos de campo adecuados y herramientas tan poderosas como los modelos hidrológicos, la interpretación cartográfica y de imágenes satelitales, los modelos que integran vegetación, suelos y redes hidrológicas, pueden:

diseñar sistemas de alerta temprana para prevenir los desastres e identificar zonas susceptibles de inundación,
– analizar qué factores reducen o aumentan el riesgo de inundación de un área determinada,
– fijar el efecto de riesgo asociado a la intervención de las cuencas hidrográficas por el cambio de uso del suelo, la urbanización de los valles fluviales, de las costas, la implementación de economías como la minera, la ganadera y agrícola en los páramos y otras áreas de reserva natural.

En fin, pueden trazar, entre otras cosas, los mapas de riesgo como elemento básico para un buen ordenamiento del territorio, que permita prevenir los cataclismos generados por las olas invernales, debido a un uso y distribución del suelo inadecuados.

Pero, esta participación del mundo académico requiere una reformulación de las relaciones entre ciencia y gobierno, que ayude a consolidar nuestros centros de investigación científica y una mejor recepción del estilo de trabajo de los científicos por parte de las oficinas estatales.

Foto de Hans Braxmeier en Pixabay

Estrategias para fortalecer la gestión del riesgo por desastre de inundación

Por último, es necesario resaltar las siguientes estrategias, que surgieron del diagnóstico realizado, para el fortalecimiento de la gestión del riesgo por desastre de inundación:

1. Fortalecer los institutos de investigación como el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), etc., y consolidar los grupos de investigación sobre recursos hídricos e hidrología, existentes en las universidades.

Pues solo en los ámbitos universitarios se desarrolla una investigación sólida, de largo plazo, por fuera de las angustias e intereses que permean las labores cotidianas de las oficinas e institutos estatales.

El ámbito de desarrollo de la ciencia sigue siendo la universidad, sus grupos de investigación, sus comunidades intelectuales.

2. Formar científicos en el área de la hidrología, con el fin de que alimenten la investigación sobre el tema en la nación y sus regiones.

El país presenta un déficit notable de masa crítica en esta área, de ahí que los estudios no avancen, lo cual se refleja, incluso, en la periodicidad de los desastres.

La formación de un científico en hidrología supone un ciclo de estudios de aproximadamente diez años en el exterior, el país no cuenta en el momento ni con el personal calificado ni con los laboratorios, bibliotecas, herramientas, etc., suficientes para formarlos.

Es necesaria una alianza estratégica entre las universidades del país y algunos centros de estudio del exterior.

3. Mejorar la planeación de los proyectos que se realizan en el país en el área de la hidrología: ¿cuántos recursos se gastan?, ¿cuáles son sus resultados?, tener en cuenta el déficit de información que se tiene, la necesidad de un trabajo de campo sólido, en fin, las limitaciones que existen y que es necesario superar.


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